Dependiendo de su relación con el ser humano y la sociedad, los animales se pueden clasificar en dos grupos, según estén o no domesticados, es decir, si se han adaptado a la convivencia pacífica con el ser humano, o no. Así, podemos distinguir entre: salvajes o domésticos.
Los animales salvajes no conocen la presencia del ser humano o no están acostumbrados a ella.
Animales salvajes. Aquellos que no conocen la presencia del ser humano o que no están en absoluto acostumbrados a ella, y que por lo tanto reaccionan ante ella con agresión u otros comportamientos instintivos.
Los animales que habitan en la naturaleza son todos salvajes.
Son ejemplos de animales salvajes: los lobos, los leones, las ballenas azules, los cóndores, los rinocerontes, los hipopótamos, los pingüinos, los osos polares, la mayoría de las serpientes, y todos aquellos animales que existen dentro de la sociedad humana únicamente en los zoológicos.
Animales domésticos. Aquellos que se han adaptado con el paso del tiempo (y la intervención directa de nuestra especie) a interactuar con los seres humanos e incluso a depender de ellos, ocupando un lugar estable dentro de la civilización.
Los animales de compañía, los animales de granja y los animales amaestrados son todos domésticos.
Son ejemplos de animales domésticos: la vaca, el perro, el gato, la gallina, la oveja, la cabra, el caballo, las palomas, los hámster, algunas especies de peces y tortugas, entre otros.
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